29.10.07

Todo Sigue Igual

Anoche, el programa Cuarto Poder abrió su edición con una nota de Maribel Toledo Ocampo, titulada "Bajo Sospecha". La nota trataba del caso de una muchacha acusada de haber robado una gran cantidad de dinero (algo así como $50,000 dólares) de la casa de un oficial de policía, donde trabajaba como empleada doméstica. La muchacha acusó además haber sido torturada por la policía, con alguna intervención de la esposa del policía para el que trabajaba. Al parecer trataban de hacerla confesar el delito.

Nadie podría defender el abuso de poder de parte de las autoridades, mucho menos la violación de los derechos humanos. Pero, tampoco podemos alentar la violación de esos mismos derechos por parte de los medios de comunicación; especialmente, si estos se jactan de ser el cuarto poder del estado.

El Artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice "[n]adie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación."

Este derecho es olímpicamente ignorado por los medios de nuestro país, cada vez que, como en el caso específico del reportaje de Cuarto Poder, se imputa a las personas la comisión de actos delictivos. Claro, no lo han dicho abiertamente, pero sí han hecho una serie de cuestionamientos sobre el oficial de policía y sus actividades profesionales, así como las actividades de su esposa. Han llegado al extremo de exigir que el oficial y su familia demuestre la buena procedencia del dinero que presuntamente le fue robado. Estas burdas insinuaciones no dejan de ser ataques a la honra y reputación de los involucrados, especialmente porque el programa no presentó una sola evidencia de que dichas personas hayan obrado mal o hayan estado involucradas en delito alguno. ¡Ojo, que el oficial de policía ni su esposa son personajes públicos, y que las acusaciones vertidas por la reportera no fueron meras opiniones!

El hecho es que el programa televisivo no tenía necesidad de hacer estas acusaciones. Es más, podríamos discutir la prudencia de presentar el reportaje en si, ante la falta de evidencias que corroboren la versión de la acusada. Y, es que el caso está actualmente en manos de las autoridades judiciales. ¿Por qué no dejar que el caso lleve su curso? a menos, que lo que se busque es precisamente condicionar de alguna forma al juez que lleve la causa.

Algo que resulta sumamente deleznable es que Sol Carreño, abogada de profesión, haga eco de las declaraciones de la periodista. Acaso se olvidó que toda persona, incluyendo a la empleada doméstica y a sus patrones que la acusan, tienen el mismo derecho a ser consideradas inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

Para aquel que crea que peco de inocente o que busco proteger a los malhechores, les digo que no es así. Primero, y ya que mi única fuente de información sobre este caso es el reportaje en cuestión, les digo que no me queda claro que el oficial o su familia hayan cometido ofensa o delito alguno. Pero, más importante aún, creo que sólo con el ejercicio limpio, ético y responsable de la profesional periodística podremos ayudar a que nuestra sociedad avance, crezca y madure. En este sentido, y salvando las diferencias, creo que hay un paralelo con lo que debe ser la conducta correcta de los jueces. Como dijo el Juez Robert H. Jackson, de la Corte Suprema de los E.E.U.U., "los juzgados sólo pueden proteger a los inocentes de las violaciones de sus derechos en forma indirecta y por medio de la exclusion de evidencias [ilegalmente] obtenidas en contra de aquellos que frecuentemente son culpables."

Un último comentario sobre este "reportaje". Toledo Ocampo dijo que "la familia [del policía] no quiere ser sometida a una entrevista," pero que pudo hablar con la hija del policía. Por lo dicho por la periodista, supongo que la señorita habló con ella supuestamente off the record. Sin embargo, grabaron sus declaraciones y las incluyeron en el reportaje. En el supuesto caso que se trate de una declaración off the record, el programa tenía la obligación de respetar esa condición. ¿Porqué no lo hizo?

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Esta noche hubo una especie de comunión de celestinos. Rosa María Palacios entrevistó a Yohny Lescano sobre la última propuesta de ley que requeriría que los médicos contraten un seguro de malapráctica, el famoso "SOAT médico".

La verdadera razón para la entrevista era denunciar un horrendo pecado del gobierno. Palacios dijo estar a favor del SOAT médico, así que ese no era el problema. El pecado del gobierno era haberse opuesto a una propuesta similar que Lescano había presentado hace poco más de un año. O sea, que si no lo hizo, que porqué no lo hizo; y si lo hizo, que porqué lo hizo. El gallinero sigue igual. (Ver De Aves de Mal Agüero y Celestinos (Parte I)).

Los que sí se oponen al SOAT médico son los mismos médicos, por razones que no llego a comprender. Un seguro de esta naturalez sería muy útil para proteger de alguna forma a aquellos que hayan sufrido los efectos de la malapractica médica. Pero, más aún, esta clase de seguro protegería también al cada día más disminuido patrimonio de los propios médicos acusados de malapráctica. En muchos casos, ya no tendrían que preocuparse de responder de su propio bolsillo, sino que tendría una compañía aseguradora que responda por ellos. Lo importante es que el costo de dicha póliza sea asequible a los médicos, tomando en cuenta su nivel de remuneración; y que las leyes no cambien y se requieran los mismos elementos de prueba en estos casos, y de esta manera se evite el abuso de este seguro.

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Finalmente, el periodista Eddie Fleischman volvió esta noche a la carga sobre Arturo Woodman, diciendo que Woodman "tiene en sus manos" el destino de Perú ante una posible desafiliación de la FIFA. Insistió en el tema varias veces, recalcando la amenaza hecha hoy por la FIFA. De Manuel Burga, y su controvertida elección, dijo poco o nada. ¿Qué pasó con la imparcialidad de la que tanto se ufana Fleischman? ¿Porqué tanto ensañamiento con Woodman? ¿Acaso no sería tan o más fácil acabar con el asunto con la sola renuncia del cuestionado Burga, al que ya poquísima gente - hinchas, periodistas, y demás gente interesada - quiere en el cargo? ¿Porqué no reclamar igual número de veces que Burga renuncie a su cargo? Este reclamo parece además necesario si se ve lo que ocurre a diario con el balompié nacional. Para muestra, los acontecimientos en Cajamarca durante un cotejo de la Copa Perú - algo que además no es novedad. Dicho sea de paso, Fleischman reportó estos acontencimientos pocos minutos después de insistir que el IPD desista de intervenir la FPF. Parece que la relación de estos hechos con la funesta gestión de Burga se le escapó al Deportivo. Pero, como él dijo: "¡pudo llegar a ser una tragedia!" ¿A qué se refería?

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